Trabajar desde casa ha sido una interesante transición para muchas personas en los pasados meses, en parte porque involucra manejar tareas de clientes internos y externos que se presentan de una forma distinta a como si estuviésemos en nuestras oficinas.
Siempre me he considerado una persona muy organizada, especialmente cuando se trata de establecer prioridades, sin embargo, estoy al tanto que formo parte de una minoría en el campo de trabajo. La mayoría de las personas que he conocido en ámbitos profesionales trabaja siguiendo la lógica «Atiendo al primero que llega», en llamadas de teléfonos, correos o cualquier tipo de solicitud. Yo en cambio, a una muy temprana edad aprendí dos de las lecciones más importantes del mundo corporativo: 1) No puedes complacer a todo el mundo al mismo tiempo, y 2) No puedes complacer a todo el mundo.
Por supuesto que una entrada de un blog no va a ser suficiente para explicar mi razonamiento y forma de pensar al manejar prioridades, pero creo que puedo dar algunas recomendaciones:
- Debes detener el «Atiendo al primero que llega», ya. Respira profundo y relájate. Tómate unos minutos para aclarar tu mente y pensar de forma correcta. Apreciarás esos minutos de paz.
- Calcula cuánto tiempo tomará cada tarea.
- Estima cuánta dedicación requere cada tarea.
- Separa lo urgente de lo importante. Sí puedes.
- Tómate unos 30-60 minutos para deshacerte de las tareas que son «Rápidas y Fáciles». No más de eso.
- Tómate el resto del día para atender las tareas largas que requeren dedicación.
- No atiendas más solicitudes hasta que vacíes tu escritorio. Sumar tareas no va a ayudar a nada. Crea una segunda lista de cosas por hacer, la cual revisarás una vez que termines con tu lista original.
- Sé honesto. Si no puedes cumplirle a un cliente, llámalo y dile que vas tarde. De hacerlo, valorará tu sinceridad, preferible que hacerse el mudo.
Suerte!
HR